Dra. en Psicoterapia

Presidenta y Fundadora de Ágape - Programas de Formación para el Desarrollo del Potencial Humano

Dra. h.c. Ciencias Holisticas. Master h.c. Drug & Alcohol Couseling. Dir. Ágape. Caracas. Terapeuta e formadora de Constelaciones Familiares, de Gestalt. Musicoterapéuta. Especialista en Pareja y Familia. Thetahealer. Certificación Internacional en Consejería Terapéutica en Drogodependencia.

SOY UNA MENTIROSA COMPULSIVA: NECESITO AYUDA

“Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio…”, como dice la canción de Serrat. Por lo general escuchamos expresiones sobre como “odiamos la mentira”, que es “intolerable”, que no debemos aceptarla bajo ninguna circunstancia, pero no se deja de decirlas. Todos en algún momento de nuestras vidas hemos mentido, el asunto está en tener o no conciencia de por qué lo hacemos y qué estamos “disfrazando” de nuestras vidas al mentir.

Se usa la mentira, entre muchas otras razones, para disimular, embellecer una realidad dolorosa que creemos dañina o también para obtener algo o para no perderlo, sea algo material o una persona.

Frecuentemente se miente cuando se carece de argumentos frente a una realidad determinada o cuando no queremos enfrentar las situaciones que se derivan de decir la verdad. Entonces se apela a la mentira como herramienta para evitar o no asumir una determinada circunstancia.

Esto pasa porque cada persona armoniza sus percepciones de la vida diaria de acuerdo a sus necesidades, es decir, interpreta sus experiencias de acuerdo a su propia conveniencia. Entonces el asunto de mentiras y verdades puede ser realmente complicado y relativo. “Una realidad inventada” dice Paul Watzlawick.

Pero esto difiere de la mentira, ya que mentir no es sólo decir algo que “no es”, sino que también es fingir, simular, ocultar, intrigar, calumniar. Una mentira es toda expresión contraria a la verdad.

Cuando se hace habitual la práctica del mentir y ocultar, o como en el caso de familias donde se hace necesario mentir en relación de los propios deseos, el ejercicio de una doble moral, defectos o errores, o cuando su vida familiar se centra en secretos.

Donde la honestidad brilla por su ausencia y todos le juegan al “como si”, y cuatro gritos histéricos creen tener la verdad, como el caso de las personas que escupen “verdades” con la excusa de ser sinceros creyendo que dicha sinceridad les otorga la propiedad sobre la verdad, saben en el fondo que están mintiendo. Todo esto puede traer consecuencias para la vida y la salud que pueden llegar a ser graves.

Cuando la vida se reviste de un tejido de cosas ocultas y mentiras equivale a una vida enferma con sus síntomas característicos tanto psíquicos como somáticos, ya que esto les obliga a cargar con toda una gama de roles ideales, toda una pantalla teñida de desconfianza a sí mismo por el miedo que viene de sentirse incapacitado a enfrentar las situaciones que les presenta la vida.

Por otra parte, si alguien jamás hubiera mentido, en caso que eso fuera posible, estaríamos frente a alguien que todavía no se ha individualizado como persona. La mentira individualiza al niño, lo separa de su madre en tanto sujeto diferente a ella. Esto de alguna manera lo intuyen los adultos que suelen festejar la viveza o la picardía del niño.

Cuando hablamos de un mentiroso patológico nos referimos a personas que con una frecuencia relativa tienen problemas en sus relaciones.

Para estas personas las consecuencias de su conducta pueden pasar desapercibidas, porque mentir se ha convertido en un hábito: en su forma de vida, no representa ninguna novedad.

Un mentiroso compulsivo o mitómano, miente al margen de cualquier situación porque la mentira es su rutina diaria y cuando miente se siente mejor que cuando dice la verdad. Y este comportamiento puede ser adictivo. Existen terapias muy efectivas para el tratamiento de este trastorno.

No puedo pasar por alto a aquellos que se auto engañan y viven una realidad paralela minando su propia existencia, su conciencia y por ende su voluntad… con sus lógicas consecuencias.

Estas personas se construyen un piso muy frágil para poder sostenerse y que en la intimidad de su ser es no saber de muchas cosas, no saber de sí mismo.

La persona no consciente no sabe lo que hace porque una persona con conductas compulsivas, no sabe que detrás de cada compulsión se esconde un carácter obligante de una vida incierta.

La recomendación más efectiva para estos casos es la psicoterapia.

Como dice Serrat: “Y no es prudente ir camuflado eternamente por ahí, ni por estar junto a ti, ni para ir a ningún lado”.

Más adelante en la canción también escribe el cantautor catalán: “Cuéntale a tu corazón que existe siempre una razón escondida en cada gesto del derecho y del revés uno es siempre lo que es y anda siempre con lo puesto… Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.

Irene Specht