Dra. en Psicoterapia

Presidenta y Fundadora de Ágape - Programas de Formación para el Desarrollo del Potencial Humano

Dra. h.c. Ciencias Holisticas. Master h.c. Drug & Alcohol Couseling. Dir. Ágape. Caracas. Terapeuta e formadora de Constelaciones Familiares, de Gestalt. Musicoterapéuta. Especialista en Pareja y Familia. Thetahealer. Certificación Internacional en Consejería Terapéutica en Drogodependencia.

ODIO A MI SUEGRA

Es un caso muy frecuente. Algunas personas llegan a consulta con este tema, que podría resumirse en una frase: "Odio a mi suegra, y mi relación de pareja no funciona". Y es que hay una sentencia que puede aterrorizar a más de uno: "Sí, nos casamos con la familia". Nos enamoramos de alguien que trae consigo una ecuación personal que es más que la suma de sus componentes: su historia, sus vivencias, su familia, etc.

Nosotros colaboramos en la relación trayendo la nuestra, y así comienza otra ecuación... una nueva, donde se establece otro vínculo. Y la fuerza de este nexo es mucho más grande, porque viene de las historias que se reúnen en la relación: el vinculo por sí solo no es la fuerza que ancla la relación.

Por eso decimos: "¿Sabes qué? Nos casamos con la familia de nuestra pareja".

Y su madre, nuestra suegra, ocupa y ocupará un lugar que debemos reconocer y al cual es conveniente que nos adaptemos porque la persona que amamos proviene de allí. !Ella lo trajo al mundo! Y de ella también provienen nuestros hijos...

En torno a la suegra se han tejido a lo largo de la historia muchas bromas y chistes, muchos de ellos de mal gusto. Se dice que Adán y Eva estaban en el Paraíso porque no tenían suegra, y yo digo: "Como que esta felicidad no era suficiente, pues a falta de suegra buenas son manzanas".

Y en el humor, a veces olvidamos que la protagonista de estas burlas, que es la madre de nuestra pareja, también puede ser nuestra madre.

Toda familia tiene su ciclo de vida y en él se inicia un proceso que se llama "el nido vacío": las aves vuelan y el yerno o la nuera entran a formar parte como una nueva familia.

Entonces el sistema entra en proceso de adaptación. También es conveniente resaltar que el yerno o la nuera son personas con valores, costumbres, lealtades, representaciones y estos rasgos importan, tienen un peso específico, porque las relaciones van en dos direcciones. Son una calle de dos vías. A la familia de la pareja se le conoce como familia política, probablemente porque habremos de estudiar estrategia y diplomacia para navegar con buen viento en aguas suaves, si prevalece el afecto, o borrascosas, si dominan los celos.

Popularmente se dice que la mujer siempre vuelve a casa y sus padres ganaron un hijo, pero en el hombre no es igual. Las relaciones entre nuera y suegra son más complicadas, ya que van desde mucho amor entre ellas -y alianzas- hasta ser rivales y tener guerras por celos.

No puede irle bien a nadie, ni esperar que su relación de pareja funcione si antes no le da el lugar que le corresponde a su suegra como la madre de su pareja.

Su pareja no nació por generación espontánea: llegó, creció y aún forma parte de un contexto donde generalmente hay una figura a quien él (o ella) ama y quiere respetar y proteger.

Esto es muy importante ya que la madre de una persona es determinante en la vida, es el personaje más importante de todos y por mucho. Se impone entonces que aprendamos cómo, ante esta inevitable realidad, vamos a manejar los límites, necesarios y sanos, sin poner en peligro nuestra relación.

Es curioso observar cómo, quien tiene una relación de respeto, consideración y honra por su madre, se le dan todas las demás relaciones. Al amar a la madre, tiene una diferencia notoria, y generalmente es una persona querida y apreciada por los demás: ama su trabajo, siempre tiene dinero y estabilidad. Encuentra y sabe ser pareja.

En el caso de la mujer, la relación con la madre es muy importante porque de ella toma lo femenino. En el caso del hombre, porque al honrar a la madre, como hijo, honra a todas las mujeres y es un excelente esposo. La felicidad y la salud comienzan siempre con nuestra madre.

En una próxima entrega, continuaremos con este asunto, porque es un tema fascinante donde hay mucha tela que cortar. O, mejor dicho, muchas hebras con las cuales hilar o tejer una mejor historia. Diría Hellinger: "La punta del ovillo"...

Irene Specht