YA NO ME ENAMORO: ¿ME ESTOY PONIENDO VIEJO?
La edad es una actitud. Sentirse joven depende del tipo de vida y del contexto
que se tenga. Conozco ancianos de 20 años y niños de 70 años. Sabemos que no es necesario ser
viejo para sentirse así. Porque sentirse viejo, a cualquier edad, puede ser una expectativa
sobre la muerte a la que abrimos la puerta descuidadamente. Así, la vejez puede convertirse
en una muerte anticipada. Y de nuevo estoy hablando de actitud.
Aún en plena salud, algunos sienten que la vida se les escapa de las manos, y entonces,
paradójicamente, no llevan una vida plena, solamente invierten en una lucha interminable
para prolongar el tiempo de “juventud”, y lo hacen con una energía de muerte, algo muy poco
atractivo para cualquier persona a la que quieran enamorar.
Con la angustia de que "se está poniendo viejo", también pone en evidencia que no ha
encontrado aún el sentido de su vida, que no valora sus logros ni lo que puede seguir creando.
Así se instala la verdadera enfermedad de la vejez: “sentirse viejo".
Valdría la pena preguntarnos: ¿Acaso la elegancia, la belleza o el sex appeal, no son también
el resultado de una buena actitud?
Esto lo hemos visto miles de veces personas en personas carismáticas quienes a pesar de no
tener excepcionales atributos físicos, hacen gala de una actitud que enamora. Son los dueños
de gestos hermosos que por nada vamos a querer perder.
Otro personaje muy poco atractivo es el famoso “viejo verde”, ya que espanta a las mujeres o
es utilizado por ellas. Son los que, negándose a reconocer el paso del tiempo, intentan
parecer más jóvenes de lo que son, se visten, se peinan y usan modales de jóvenes y se fijan
en chicas mucho menores. Se les dice verdes porque todavía no han madurado. Se pueden inferir
algunas de las razones por las cuales se comportan de este modo: tal vez de jóvenes no
actuaron como tales, no quemaron etapas o no se animaron a hacer ciertas cosas, y de grandes
tratan de vivir lo que se supone tendrían que haber vivido. O simplemente creen que les queda
bien, buscan valoración o suponen que comprando "carne fresca" tomarán el agua de la fuente
de la juventud perdida. O quieren exhibir como una victoria, aunque sea a cambio de su
chequera, un trofeo menos "gastado".
¿Qué es lo que ya no enamora? La persona que ha tenido muchas relaciones de pareja en su
vida, va perdiendo la capacidad de vincularse en pareja. También esto afecta. Enamorarse no
es amar.
Enamorarse es la etapa rosa y apasionante en la cual una pareja se siente fuertemente atraída
y fascinada por la otra persona. Sus sensaciones son tan fuertes y placenteras que creen que
esto es el amor. En realidad, es el efecto de unas substancias llamadas feromonas que, además
de alterar nuestros sentidos y hacernos sentir gran goce y pasión ante el más mínimo contacto
con la otra persona, nos hace creer que con nadie más podríamos ser tan felices.
Las feromonas nos hacen enceguecer, nos fascinan. Por eso los enamorados no ven los defectos
de su pareja e incluso dudan que pueda tenerlos. Todo parece perfecto.
Otros estudios plantean que frente a la persona objeto del enamoramiento se producen en la
sangre las hormonas oxitocina y vasopresina, que se encargan de estimular la formación del
contacto emocional entre los enamorados.
La oxcitocina aparece en los momentos de mirarse a los ojos durante un largo tiempo, de
abrazarse o durante un acto sexual, y la vasopresina, por su parte, forma vínculos emocionales
en los hombres. Es así como se produce algo que puede ser amor, pero que aún no lo es.
El enamoramiento, por el contrario, puede convertirse en enfermedad… Este sentimiento que
mueve pasiones, ilusiones y deseos, que mueve el mundo, que es necesario para la motivación
personal y el sentido de la vida puede llegar a convertirse en adicción. Los adictos al
"enamoramiento" no dejan madurar al amor y terminan perturbando su propia tranquilidad y la
de sus “parejas".
El amor no es el arrebato ciego y apasionado. Tampoco la idealización rosa de los románticos.
Es la unión estrecha, la confianza profunda y el deseo de buscar en todo el bien de la otra
persona.
El amor surge cuando se conoce a la pareja y se es feliz con lo que se sabe de ella. Entonces
nace el impulso confiado de dar todo de sí y de recibir todo lo que el otro es, para formar un
“nosotros".
En otras palabras, en el amor la confianza y la generosidad son los elementos claves que se
relacionan mutuamente: porque confiamos, deseamos entregar generosamente toda nuestra vida.
Y para llegar a la confianza necesitamos el conocimiento mutuo.
El amor es de todos los movimientos del alma, el que más se parece a la eternidad, el que más
nos acerca a ella.
Irene Specht