Dra. en Psicoterapia

Presidenta y Fundadora de Ágape - Programas de Formación para el Desarrollo del Potencial Humano

Dra. h.c. Ciencias Holisticas. Master h.c. Drug & Alcohol Couseling. Dir. Ágape. Caracas. Terapeuta e formadora de Constelaciones Familiares, de Gestalt. Musicoterapéuta. Especialista en Pareja y Familia. Thetahealer. Certificación Internacional en Consejería Terapéutica en Drogodependencia.

SE ME OLVIDÓ QUE TE OLVIDÉ

Pasado algún tiempo de haber terminado una relación, se nos aparece de pronto un "ex", y como por arte de magia, comenzamos a hablar. Al principio cordialmente, hasta que en algún momento nos reencontramos con la pasión que nos unió al principio. Pero, de pronto, en cualquier detalle, en cualquier minúscula situación, aparece de nuevo la razón por la cual nos separamos.

Es cuando uno dice: "¡Ah! ¡Se me había olvidado por qué no quiero estar en esta relación!"

Sin embargo, y a pesar de los pesares, algo en el tiempo continúa abierto...

“Yo te recuerdo cariño
mucho fuiste para mí
siempre te llamé mi encanto,
siempre te llamé mi vida...

... y hoy tu nombre se me olvida”...

Tenemos muchas maneras de mantenernos en relaciones del tipo “se me olvidó que te olvidé”: formas que son todas un tanto graciosas de autoengañarnos. Algunos terapeutas poco circunspectos llamamos a esto "la terapia del automojón", que traducido al francés significa: "Me basto y me sobro para mentirme a mí mismo".

Lo importante es asumir que ya nunca más podremos, ni que quisiéramos, volver atrás. La persona de quien nos enamoramos alguna vez, ya no existe. Pero la llevamos en el recuerdo a conveniencia... aunque nos neguemos a reconocerlo.

A veces por necesidad, otras por comodidad, o por aquello de "mejor malo conocido que bueno por conocer", sucumbimos a la tentación de tropezarnos con la misma piedra.

A veces esa relación o esa ruptura ha sido tan dolorosa que el olvido es un recurso importante para la supervivencia. Pero ese pretendido “olvido” queda en algún lugar de la memoria como prueba misma de nuestra existencia y, como dice la canción, lo que hacemos es apenas ponerla en modo "sombras nada más"… Ya sea porque abandonamos o porque nos dejaron, invertimos mucha vida, energía y tiempo en negar la realidad. Asimismo, trastocamos nuestra esperanza en aceptar lo que dolorosamente ante nuestros ojos se ha perdido ya para siempre.

Comprender que verdaderamente esto se ha perdido, haya sido buena o mala la experiencia, puede ser muy doloroso. Sin embargo, necesario.

“Se me olvidó que te olvidé,
y como nunca te encontré,
entre las sombras escondía,
y la verdad no sé por qué,
se me olvidó que te olvidé,
a mí que nada se me olvida”...

Irene Specht