Dra. en Psicoterapia

Presidenta y Fundadora de Ágape - Programas de Formación para el Desarrollo del Potencial Humano

Dra. h.c. Ciencias Holisticas. Master h.c. Drug & Alcohol Couseling. Dir. Ágape. Caracas. Terapeuta e formadora de Constelaciones Familiares, de Gestalt. Musicoterapéuta. Especialista en Pareja y Familia. Thetahealer. Certificación Internacional en Consejería Terapéutica en Drogodependencia.

MIENTRAS MÁS DESPRECIO A MIS PADRES, MÁS ME PAREZCO A ELLOS

Formamos una pareja y nuestra primera referencia es la pareja que vimos en casa... si es que la hubo. Si no, cargamos igual con la huella que esta circunstancia nos dejó. Tendemos a hacerlo igual. Conformamos una familia a partir de lo que traemos. Podemos creernos los mejores padres hasta que de pronto nuestros hijos comienzan a hacernos los mismos reclamos que les hacíamos a nuestros padres.

Si buscamos distanciarnos de nuestros progenitores, lo más probable es que terminemos pareciéndonos a esa mamá o ese papá que tanto criticamos.

Si nacemos en Venezuela, somos venezolanos. Vivimos dentro de esta cultura y usamos unos modismos particulares. Es nuestra identidad. Podemos aprender otros idiomas, otras culturas, otros formas de vida... y aún así, seguimos siendo venezolanos.

Solo a partir del reconocimiento de lo que somos, con humildad, podemos mirarnos en el espejo de las diferencias. Nos vemos en el reflejo de esos pequeños o grandes rasgos que nos conforman desde nuestras familias de origen: padres, madres, abuelos y abuelas que, con su amor o sin él, hicieron de nosotros lo que somos...

Admitir y reconocer el lugar de dónde venimos es esencial. Solo así podemos tomar las riendas de nuestro destino.

Lógicamente, no podemos tomar a nuestros padres si los rechazamos. Tampoco si los amamos ciegamente. Al amar con conciencia podemos encontrarnos. De lo contrario, terminamos siempre abrazados a nuestras proyecciones.

Nuestros padres nos dieron lo más importante que es la vida. Hayan sido quienes hayan sido, les rendimos tributo con nuestra manera de comportarnos.

Si los negamos, estamos en el camino de parecernos más a ellos. Por doloroso que haya sido el pasado, hay que atreverse a mirarlo con los ojos bien abiertos, ya que solo integrando lo sucedido podemos avanzar y crecer. Nuestros padres pagaron un precio para que nosotros lo hiciéramos diferente. Y la vida así adquiere sentido. Y eso nos pone en orden con el Creador.

Dedicado a Nancy Lee Vivas... Q.E.P.D.

Irene Specht