Dra. en Psicoterapia

Presidenta y Fundadora de Ágape - Programas de Formación para el Desarrollo del Potencial Humano

Dra. h.c. Ciencias Holisticas. Master h.c. Drug & Alcohol Couseling. Dir. Ágape. Caracas. Terapeuta e formadora de Constelaciones Familiares, de Gestalt. Musicoterapéuta. Especialista en Pareja y Familia. Thetahealer. Certificación Internacional en Consejería Terapéutica en Drogodependencia.

MI MARIDO ME QUIERE EXPROPIAR LA INDEPENDENCIA

En el tema de hoy, tengo una reflexión al respecto de las palabras que me resultan más fuertes del título: “expropiar” e “independencia”. Pienso en quien expropia, en quien se cree legalmente autorizado para quitarle una propiedad a su dueño y luego pagarle o no la correspondiente indemnización.

Para esto siempre deben haber unas causas justas. Y aún así: ¿quién se hace merecedor de una expropiación? ¿Por cuáles razones se hace válido un procedimiento que deja sin opciones a la otra parte?

Y después de ello, me pregunto: ¿cómo se roba una independencia?

Atino sólo a responder: pues... ¡A través de la dependencia!

Dos puntas de un mismo proceso
Independencia es la capacidad de elegir y actuar en libertad mientras que su polo opuesto, la dependencia, es la subordinación y el sometimiento.

Entonces, ¿cómo se desempeña un expropiador de la independencia de otro si no es a través de un proceso de "creación de víctimas", de hacer a las personas dependientes de una indemnización, de un plato de comida, de alguna comodidad?

El ancla para ello es siempre todo lo que no me permite una “emancipación”.

Y… ¿saben qué?

Hay siempre quien es más feliz de ese modo. Muchas personas se quejan pero la realidad es que prefieren sentirse "expropiadas" porque al menos así son “tomadas en cuenta”.

Esto puede ser rudo decirlo. Pero para muchos es simplemente una realidad.

Por este camino llego al pensamiento de que no existen formas fijas para la felicidad en pareja, ya que desde que la persona comienza a elegir una pareja, está frente a las posibilidades de satisfacer sus necesidades o no, tiene la posibilidad de seguir reproduciendo sus modelos de pareja que le resultan familiares o no.

¿Cómo alguien puede expropiar la independencia del pensamiento si éste por propia voluntad no se somete?

Y al final, ¿quién es el verdadero sometido?

La libertad no se pierde. Puede que no la reconozcamos, que la tengamos y no la tomemos, y esa también es una elección. Puede que se cobre una buena indemnización y entonces ya tiene precio. Puede que allanemos el camino al expropiador con frases como: “Sin ti no puedo vivir” o “Tú me haces feliz”.

Pensar que alguien tiene el poder de hacernos felices es ilusorio. Lo responsable es decir: "Yo me hago feliz estando a tu lado".

“Lo nuestro será para siempre”
Esto nos puede pasar y de hecho nos pasa con frecuencia a todos. Pero cuando es una orden o aprendizaje familiar, podemos llegar a someternos a este dictamen y quedar sin la posibilidad de ejercer el derecho de elegir cuando, por ejemplo, la relación muere.

Entonces se evita el dolor de la pérdida, comienza el sometimiento a la regla con el fin de soslayar el dolor.

Se inicia la lucha que es el sufrimiento real. Y es cuando nos sentimos expropiados, pero la llave de la entrada o la salida es y será siempre de mi propiedad.

Cuando somos dependientes no nos hacemos cargo de nosotros mismos, y lo que hay son quejas, reclamos, dependencia. Nunca amor. Culpamos al otro de nuestras desgracias y nuestra poca voluntad de salir adelante.

El esposo expropiador es un señor -generalmente dependiente- que genera dependencia y acapara todos los espacios y atención. Y que sobre todo, le hace creer a su esposa que él es imprescindible en su vida. Idea que ella compra y mediante la cual se somete. Esto es aterrador, porque ella, al igual que él, entra en una dinámica de manipulación al desapropiarse de su responsabilidad y ambos terminan llenándose de exigencias perversas.

Irene Specht