Dra. en Psicoterapia

Presidenta y Fundadora de Ágape - Programas de Formación para el Desarrollo del Potencial Humano

Dra. h.c. Ciencias Holisticas. Master h.c. Drug & Alcohol Couseling. Dir. Ágape. Caracas. Terapeuta e formadora de Constelaciones Familiares, de Gestalt. Musicoterapéuta. Especialista en Pareja y Familia. Thetahealer. Certificación Internacional en Consejería Terapéutica en Drogodependencia.

¿VIEJO VERDE O CABELLO VIEJO?

El mitológico Pan perseguía a las ninfas por los bosques. Ellas, aterradas ante la embestida del viejo, invocaban el poder de los dioses para ser libradas del acoso. En segundos, la hermosa joven era convertida en laurel, caña o cualquier otra planta.

En siglos pasados, la expresión "viejo verde" era considerada un halago, por cuanto suponía frescura y lozanía en el hombre maduro sobre quien recaía el adjetivo. Elementos masculinos vigorosos eran comparados con la cebolla, por aquello de tener "la cabeza blanca y el rabo verde".

Hoy en día la expresión "viejo verde" es peyorativa. Se mira con desprecio al hombre mayor que procura sexualmente a jóvenes a quienes duplica o triplica la edad.

Esos sujetos, con conductas típicas de “galán” y tendencias seductoras impropias de su edad, van por la vida sometidos a su propio morbo. No les interesa ninguna relación de pareja: lo único importante para ellos es satisfacer su ego y sus libidinosas apetencias insaciables.

Son los veteranos, capaces de hacer "grandes cosas" ante una chiquilla que se supone no sabe defenderse, y que en muchas ocasiones no ha resuelto, por ejemplo, un abandono paterno.

Son aquellos que abusan de una situación de poder, o quienes invierten el dinero en la compra de "carne fresca", especialmente para exhibirla ante sus pares.

Los señores feudales tenían derecho de pernada sobre las jóvenes recién casadas de su comarca, es decir, podían disponer de ellas sexualmente. Incluso antes que el propio marido consumara el matrimonio.

Abundan las historias reales sobre jóvenes vírgenes "sacrificadas" al caudillo de turno a quien le llegan las jovencitas envueltas literalmente como regalos como tantas veces sucedió con Cipriano Castro (y otros) en Venezuela o con el tirano Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana.

Otras veces lo que sorprende, en relatos supuestamente ficticios, es el embelesamiento del narrador cuando describe el acto sexual entre un viejo y una joven, en la obra "Lolita", de Nabokov, o las penurias de la Cándida Eréndira de Gabriel García Márquez hasta el mismo placer morboso que se adivina cuando un personaje viola a inocentes chicas como la Teresa de Bahía.

Una variante local es el muy ensalzado Caballo Viejo: el señor otoñal enamorado de una dulce potranca que, como se sabe corto de tiempo, procura la pasión de la joven, quien le hace chocar con la reveladora realidad de sus limitaciones.

Pero lo que nuestro cantautor Simón Díaz tan hermosamente nos canta en esta su tonada inmortal es la historia de un señor que se enamora de verdad, que ve cómo el amor le pasa por el frente, y como ya casi no le queda tiempo, sale embarbascao, porque "después de esta vida no hay otra oportunidad". Y es lógico. Él no puede mirar atrás. Aquí la moral no juega ningún papel ante el tamaño del amor y de la plenitud que ofrece la enamorada. "Caballo viejo no puede perder la flor que le dan"...

Pareciera cumplirse el sueño dorado del conquistador Ponce de León: la joven deseada que promete el encuentro con la fuente de la juventud eterna.

"Cuando el amor llega así de esta manera uno no tiene la culpa... Quererse no tiene horario ni fecha en el calendario cuando las ganas se juntan”...

Sin duda, existe también la versión femenina del viejo verde, que es la "asalta cunas", un tipo de mujer que también tiene todo un universo de variantes, desde mujeres que seducen a los compañeros de sus hijos hasta mujeres que, abandonadas por sus maridos, se casan luego con niños veinte o 30 años menores que ellas. Sin duda, un tema para una próxima columna. Los espero el sábado que viene. Gracias por sus comentarios en Facebook y sus RTs en Twitter.

Irene Specht