MI SEGUNDO FRENTE ACABARÁ MI MATRIMONIO
Existen enormes diferencias entre ser esposos y ser pareja. Cuando el desamor
hace acto de presencia en una relación, se acaba la pareja y queda solo el contrato matrimonial.
Siguen viviendo juntos, mantienen su estatus de casados en Facebook, pero ya no son amados ni
amantes. Ya no son una pareja. Ya no son un complemento el uno para el otro, ya el amor ha
dejado de ser la razón de la unión.
Los segundos frentes ponen en peligro de muerte un matrimonio. Lo más grave es que se presentan
los síntomas de que algo ha comenzado a no funcionar y que nuestro propio cuerpo, nuestros
sentidos y percepciones nos lo avisa en forma de molestia y lo dejamos pasar. Nos aislamos, lo
evitamos dejando de estar presente en la relación al punto de ni darnos cuenta que algo está
pasando.
Sin ánimos de culpabilizar, la pregunta que me hago es: ¿Dónde estaba usted que no se dio
cuenta que su marido o su esposa comenzó a actuar diferente?
Esto, obviamente, no exime de responsabilidad al otro cónyuge, ya que al presentarse los
síntomas del desamor, tampoco buscó resolver el obstáculo, ni hacer la necesaria negociación
en la pareja para lograr la resolución del conflicto.
De modo que las opciones van entonces más allá de la amante, y los segundos frentes vienen con
alcohol incluido, o drogas. También evadimos el conflicto a través de la comida, de los hijos
o nos enfocamos en un hijo predilecto o enfermo, o a un padre o una madre al que le damos toda
la atención.
Un segundo frente también puede ser la pornografía, o diversiones más sanas pero obsesivas
como el deporte.
Los amigos, una pareja anterior, el trabajo… hay miles de posibles segundos frentes para quien
desplaza su atención de su pareja, bien porque esa pareja ya dejó de existir o tal vez porque
nunca fue.
Capítulo aparte merece la pareja anterior. Esa que aún no ha quedado atrás y que de algún modo
u otro todavía sigue presente en la vida de un matrimonio y es un foco importante a revisar,
porque… ¿qué está faltando que necesitan de alguna manera la “presencia” de un tercero?
Caminar hacia el presente -pensando aún en el ayer- es dar tres pasos hacia adelante y dos atrás.
En los celos, por ejemplo (tema que tratamos en artículos anteriores), se mantiene presente en
la fantasía o en verdad a un otro, porque puede que exista o no. Hay personas que parecieran
necesitar de un tercero para funcionar en pareja. Personas que impulsan a su pareja a cumplir
una especie de condena a la infidelidad y no se detienen hasta que logran que se cumpla,
validándose y reafirmándose de este modo sus expectativas de no ser la o el elegido para ser
amados.
¿Donde está la energía dirigida si no es hacia afuera de la relación? En este caso se necesita
mucho trabajo interno, mucho crecimiento personal.
De acuerdo a la percepción que la persona tenga de sus experiencias de abandono y rechazo en
su historia de vida, entonces persiguen con gran pasión y hasta la locura a su pareja creando
muchos conflictos para terminar muy maltratados y fuera de la relación, cumpliendo una vez más
con el guión de vida que conocen. Su segundo frente es lo oculto.
Por lo general los hijos descifran estas dinámicas y las representan en sus propias vidas
siguiendo el patrón familiar de lo que significa “ser pareja”.
En el campo de la sexualidad, que es como generalmente las personas dirigen la atención cuando
de segundos frentes se trata. Cuando ya no hay interés por parte de uno de los cónyuges, es
muy conveniente que aparezca ese segundo frente para que mantenga el equilibrio del matrimonio
y su estatus. El o la amante proporciona a la pareja alivio a las tensiones que las necesidades
reclaman para su satisfacción: esto incluye otras necesidades además de las sexuales como de
ternura, cariño, valoración, consideración, creatividad, amor… que son todo lo contrario al
desamor, desinterés, a lo muerto de una relación.
Sí, es como para asustarse, porque de pronto se puede encontrar en la disyuntiva de dormir con
un muerto y que la vida lo rescate de Usted Mismo.
La amenaza de que el segundo frente se pueda convertir en el primero también se hace presente en
parejas inestables porque en este caso la relación se vive como un compromiso dirigido a
solventar problemas neuróticos de naturalezas profundas, dependencias emocionales y
co-dependiente. Aunque la fragilidad de estas uniones está comprobada, sigue siendo una decisión
que no se toma a la ligera. Persisten, aunque están destinadas al fracaso.
También puede suceder que no exista ninguna razón lógica, ni problema para romper un matrimonio:
es solo que el amor toma diferentes formas y desde la tranquilidad observa su estabilidad, el
día a día con sus horas idénticas al día anterior, eso que llama paz, y puede que esto le guste
y se sienta feliz de ese modo. Pero hay quien está en la estabilidad de lo muerto, la paz del
sepulcro, y de pronto la vida vestida de caos lo arrebata invitándole a darle forma a la
existencia. Esto puede pasar.
Un segundo frente puede servir para sacar a la luz y promover una ruptura que ninguno de los
miembros de la pareja ha estado ganado a la idea de asumir maduramente con responsabilidad y
ejecutarla. O para darle nueva vida a una relación que está o estaba moribunda.
Cuando una persona casada tiene una aventura con alguien, pero se da cuenta mediante esa
experiencia, de que sigue enamorado de su cónyuge, y que está mejor en casa, en este caso, el
matrimonio se puede fortalecer.
No quiero dejar de nombrar las adicciones como segundos frentes, porque el adicto y su compañera
la co-dependencia son un excelente ejemplo del foco de atención en algo más, porque una adicción
es una conducta que perdió contención y su condición define los límites en la vida del adicto.
Mientras que el codependiente es adicto del adicto buscando vivir a través de las necesidades de
esa otra persona, controlando obsesivamente la vida del otro, porque las personas más
importantes de su vida no se ocuparon de ella o de él.
Hay cosas que usted puede hacer ante el temor de perder su matrimonio.
Por ejemplo:
Hágase la pregunta ¿Quiero tener esta relación más de lo que necesito abandonarla?
Medite muy bien antes de tomar una decisión, porque de pronto su respuesta es un gran SÍ y este
SÍ pueda que sea la entrada para asumir el control de su propia vida, tomando en sus manos el
riesgo de asumir con responsabilidad esa relación.
Tal vez se haga la pregunta de manera diferente: “¿Será que no quiero tener esta relación más de
lo que la necesito?”. Y tal vez su respuesta sea: “No quiero tenerla”. Siempre va a ser su
responsabilidad y no hay forma de evitar que alguien salga herido, y ese alguien puede ser Usted.
Para nadie es fácil una separación o un divorcio, tampoco ayuda mucho la culpa de sentirse feliz
con su segundo frente a la hora de tomar una decisión, sobre todo si hay hijos.
Este es tal vez el problema mayor al querer salir de una relación matrimonial. Es importante que
jamás se olviden la obligaciones que hay para con los hijos. La culpa puede que destroce su
relación con su amante, a menos que las cosas estén claras y cada quien sepa cuál es su lugar, y
entienda que por esa separación hoy están juntos, honrando a esa pareja anterior con
negociaciones que toman en cuenta el bienestar de todo el grupo y a esos hijos con amor real.
Como ven, pareciera que todo sería más fácil si las excusas hablaran por sí solas y estuvieran a
la vista. O como en el cine o en una novela, con la opción mas conveniente poder decir: salga
de mi vida con las manos en alto, sin hacer ningún movimiento brusco, arroje lentamente mi
corazón y patéelo bien lejos de usted. Y que simplemente apareciera la palabra fin.
Irene Specht