TENGO TERROR DE DAR A LUZ
El miedo al momento del parto, al dolor, a perder la libertad, el miedo a
morir puede aterrar a algunas mujeres y llevarlas a no desear tener hijos. La experiencia
de ser padres va de la mano con la experiencia de pertenecer a una familia y de ser o haber
sido hijos, es por esto que el ser padres y el ser hijos no van desvinculados.
Muchos estudiosos proponen que la mujer, a la hora del parto, revive y proyecta de algún modo
su propia experiencia de nacer.
En 1924, el psicoanalista austríaco Otto Rank expuso su tesis sobre el trauma del nacimiento.
Allí sostiene que la experiencia con mayor impacto en la vida de una persona es el momento del
nacimiento, el momento del parto.
Desde entonces, lo han seguido un grupo de autores (entre ellos Stanislav Grof), en la idea de
pensar en términos perinatales, en lo que implica o rodea el momento del nacimiento: antes,
durante y después.
Plantean que aunque el nacimiento es una experiencia cercana a la muerte, que indudablemente
debe dejar alguna huella en el psiquismo humano, la idea debe extenderse al ambiente uterino
inicial.
La tendencia es a pensar el trauma desde el punto de vista del entorno que circunda al embrión
y al feto durante todo el embarazo y los sucesos que tienen que ver con la madre en ese tiempo.
Esto nos lleva a preguntarnos si existe una memoria no cognitiva.
¿Existe una memoria celular que viaja de generación en generación, arquetípica?
Verdaderamente, muchas personas han tenido una experiencia traumática en su nacimiento.
Algunos, por ejemplo, se asfixiaron al nacer porque venían con el cordón umbilical enrollado
en el cuello. Otros tuvieron la experiencia de nacer por cesárea y nacieron antes o después
de tiempo.
Con esto, también vemos historias familiares donde las madres mueren en el momento del parto,
o pierden a sus hijos por enfermedad, accidentes, historias de guerras o catástrofes en la
familia o les toca criar a sus niños solas, lo cual puede ser consecuencia del terror al parto,
a la incógnita de cómo va a ser.
Todas las personas poseen su experiencia del momento del nacimiento y una historia en sus genes
de los partos de sus familias.
A la hora de padecer este terror, la terapia es una vía de acompañamiento. Las Constelaciones
Familiares en estos casos, pueden ser también una herramienta muy valiosa.
Es normal que, a medida que el momento del parto se acerca, la mujer sienta miedo, aunque haya
pasado por esto ya varias veces. Y bien sea por el dolor que pueda sentir, o por la preocupación
de que el bebé venga sano y completo el temor es algo natural. Pero esto es diferente a un miedo
profundo e injustificado de gestar o dar a luz.
Este miedo es una patología y se denomina TOCOFOBIA O LOQUIOFOBIA, el cual científicamente trata
de un trastorno de ansiedad, de tipo fobia específica, con todas sus características y síntomas.
Estos casos requieren de tratamiento clínico.
Toda nueva experiencia- y cada embarazo lo es- puede generar ansiedad y expectativas sobre lo que
va a suceder.
Entonces el dolor del parto aumenta esta ansiedad y se amplifica el miedo.
Lo más sano entonces es preguntar por su historia familiar y buscar ayuda.
Afrontar las situaciones y no evadirlas siempre nos va a proveer de una mayor seguridad, ya que
los fantasmas desapareen apenas los miramos de frente.
Mientras más nos alejamos de la realidad, más indefensas estamos. No enterarse es una defensa en
un momento determinado, pero no es la solución ni evita otras experiencias.
Hay que buscar y tener aliados a la hora de dar a luz.
Cada mujer reacciona diferente, pero para todas la experiencia de tener un hijo es una oportunidad
para mostrarse a sí misma su propia entereza.
Se sorprenderá si en lugar de darle fuerza a creencias del tipo: “esto es terrible, qué miedo”
comienza a vivir la experiencia de crear vida, “sí, puede que duela. Probaré lo que es traer al
mundo a esta criatura que amo”.
El parto es un evento natural y, si bien puede ser doloroso, se puede afrontar siempre de la mejor
manera posible.
Lo que hoy se recomienda básicamente es el mantener una dieta sana así como un programa de
ejercicios adecuado. Explore programas específicos, muchos ayudan durante este proceso.
Busque también alternativas como técnicas de respiración, yoga y meditación, que son muy
recomendables no solamente para manejar el dolor sino para darle la cara a cualquier contrariedad
que pueda causar estrés.
Relájese, procure estar sana física, emocional y espiritualmente y disfrute de uno de los momentos
más importantes en su vida y la de su hijo.
“El embrión no se vincula con un alma… ES alma”. Dr. Jaap van der Wal
Irene Specht