Dra. en Psicoterapia

Presidenta y Fundadora de Ágape - Programas de Formación para el Desarrollo del Potencial Humano

Dra. h.c. Ciencias Holisticas. Master h.c. Drug & Alcohol Couseling. Dir. Ágape. Caracas. Terapeuta e formadora de Constelaciones Familiares, de Gestalt. Musicoterapéuta. Especialista en Pareja y Familia. Thetahealer. Certificación Internacional en Consejería Terapéutica en Drogodependencia.

SIEMPRE ESTOY PARA LOS DEMÁS, PERO NADIE ESTÁ PARA MÍ

El amor es incondicional cuando las necesidades están cubiertas. ¿Y cómo es eso? Simple, no podemos dar de lo que no tenemos. Así, una persona vacía no puede llenarnos, necesita llenarse primero.

Cuando alguien siente que no hay nadie para sí, pasa por mil estados en un viaje donde se pasea por la confusión y la culpa: se juzga, compara y hasta se castiga…

Aguanta y justifica a quienes ha acompañado en sus problemas. Y cuando al primero se le ocurre reclamar un espacio para sí, el otro hasta le replica: ¡Ah! ¿Me estás pasando factura?”, “Tú me ayudaste y acompañaste porque te dio la gana”, “Yo no te lo pedí”, etc. Eso sí, con el buche bien lleno por lo recibido. Obvio. Ya no necesitan nada más del personaje que hasta se abandono a sí mismo para atenderlo. La consecuencia lógico es que los que se han servido de otros luegos los abandonan hasta la próxima necesidad o la próxima víctima.

Entonces el paseo prosigue. Se continúa aguantando y hasta justificando la indolencia de los otros y a los malagradecidos…

Las víctimas respiran profundo y se dicen: "es que no hay nadie más para mí". Y así van terminando su paseo y arribando a una especie de estado de resignación y aceptación que generalmente no es nuevo para ellos.

Concluyen que eso son: víctimas. Y el primer paso, pues, es reconocer. Me hago responsable y digo: "Hasta hoy he sido una víctima". Es momento de comenzar entonces el viaje de retorno a sí mismo.

Nos damos un poco el amor y la paciencia que le hemos tenido a otros y ponemos en práctica el ESTAR PRESENTE para nosotros. En el aquí y en el ahora. Con cada pedacito que lo conforma y sin importar mucho lo que acontece. Tomar conciencia de que muchas veces el error es convertirse en un sueño porque al despertar a la realidad es como un golpe rudo en el piso.

Pero cuidado, porque como todo en la vida, esto tiene su contrapartida, porque si bien es cierto que se puede ser una víctima real de personas que hemos mal escogido para confiar y entregarles nuestro afecto, también existen los abusadores emocionales, esos a los que las personas les creen el cuento…

Cuando recién se les comienza a conocer, se muestran como personas serviciales y amables, parecen muy buenos porque son prestos a ayudar a los demás: aparentemente son personas abiertas y comprensivas, pero no es más que una fachada: una muestra hábil de una de sus dos caras. De pronto se les comienzan a “ver las costuras”: a través de anécdotas y actitudes, se pueden identificar un rasgo típico: para esta persona todo el mundo o la mayoría "han traicionado" su "buena fe". Todos son traidores. Mala gente…

En su habilidad para manipular y tergiversar las cosas, le echa la culpa a los demás por problemas que él mismo genera. Usa además su habilidad de manipulación para que los demás se sientan culpables si toman distancia y se apartan de él.

Estos abusadores emocionales son seres muy egoístas a quienes sólo les interesa lograr sus intenciones y propósitos, sea cuales sean.

Para ellos, “el fin justifica los medios”, y no les temblará el pulso a la hora de sacrificar la relación, el bienestar de quienes le rodean con tal de lograr sus objetivos.

Son personas que vienen de familias y padres abusivos. No les importa sacrificar la vida de la familia. No buscan soluciones firmes ni reales a los problemas de sus hijos ni del hogar.

Por ejemplo, se quedan en matrimonios donde hay violencia y desamor únicamente por conveniencia económica o social. No se divorcian porque esto sí traería una solución definitiva. Y un abusador emocional no está dispuesto a abandonar su juego.

En ambos casos, tanto el que está de verdad para todos (y cuando necesita para sí no hay nadie), como para el abusador emocional, han pasado por la experiencia de no tener presentes para ellos, por la razón que sea, a las personas más importantes de su vida: simplemente no se ocuparon de ellos.

Hay personas que bajo estas circunstancias se tornan dependientes emocionales, o co-dependientes.

Viven la vida de otros porque no saben cómo satisfacer sus propias necesidades, ocupándose así de los demás y viviendo a través de ellos.

La diferencia entre un dependiente emocional y un co-dependiente es que en la relación de éste último existe la presencia de sustancias: drogas, alcohol, comida, entre otras.

Es necesario saber que cuando nos tomamos a nosotros en nuestros propios brazos y nos paramos sobre nuestros propios pies de pronto una realidad comienza a evidenciarse. Podrá mirar cómo todo este dolor, frustración, ansiedad y soledad, esta dificultad no es más que un impedimento para estar consigo mismo. Es un problema que probablemente ha estado ahí desde hace mucho tiempo y ya no lo nota porque es un hábito.

Perdidos en la búsqueda inconsciente de un amor feliz, se nos escapan millones de posibilidades, distraídos como andamos en escapar del vacío insoportable de estar en uno, con uno y por uno. Así nos perdemos la realidad de que el amor sólo puede ser feliz donde tiene la libertad de estar amando.

“El amor encontrará siempre un camino. La indiferencia encontrará siempre justificaciones y excusas”.

Irene Specht